No sigo estilos musicales ni escucho música a toda hora. Tampoco sé mucho de las últimas tendencias en el teatro, la opera o la pintura.
Por alguna razón no me la llevo bien con el orden, aprender estructuras y saber nombres de estilos específicos. Mucho menos puedo hablar con detalles técnicos y explicar a través de ellos por qué algo relacionado con las bellas artes es hermoso.
Pero soy una gran aficionada de la belleza. La verdadera belleza es aquello de lo que los sentidos no se cansan.
El verdadero artista tiene la capacidad de capturar los sentidos y detener el tiempo en ellos, de manera que la contemplación no produce cansancio y llega incluso, cuando la belleza es tan grande que emula la creación divina, a producir el éxtasis.
Aquello que causa deleite sin cansancio es bello y lo bello se logra a través de la creación en el amor. El artífice que reproduce algo a través del arte lleva en sus manos la tarea de crear, tal y como Dios crea.
El artista crea belleza y con ello, vida. Como lo dice Platón: El amor es engendrar en la belleza. Entonces, qué más prueba de amor que la de aquel que dedica sus días a perfeccionar un talento que trae belleza al mundo? A veces se le tilda al artista de frívolo y banal, y cuán errada es esta suposición. Es su tarea brinda al mundo material lo que sólo se ha de ver con el espíritu y enseñárselo a nuestros sentidos No existe tarea más sublime.
El arte, me atrevo a decir, es la expresión más tangible de amor hacia la creación. Es el amor a lo creado, a la belleza, es la dedicación al deleite por la propia contemplación sin obtener nada acambio de tanto esfuerzo, de tantas horas de práctica. Lo único que se obtiene como recompensa es contemplar el objeto amado, contemplar la belleza de lo creado.
El artista se vuelve esclavo de la libertad que otorga olvidarse de todo lo que le rodea para centrarse en su creación, que es lo único que importa, lo único que merece su atención. El artista abandona lo mundano para adentrarse en la esencia del amor: la creación. Y qué es más poderoso que la fuerza de la creación, que la belleza?
Es por esto que llego a la conclusión de que la belleza es vida. Y es así como la música de un muy buen amigo mio me ha devuelto la vida en momentos de desolación. Donde no había nada se instala la belleza y siembra vida, tal y como Dios sembró la luz donde había sombras. Hace poco me ha enviado este amigo nuevas canciones tocadas por el mismo. Mi amigo es a mi parecer y estoy segura que el de muchos, un verdadero prodigio.
Puedo comparar escuchar sus piezas musicales con observar un cuadro de Van Gogh, mi pintor favorito. Como decía anteriormente, cuando algo es realmente hermoso, causa deleite sin cansancio puesto que es bello. Puedo escuchar una y otra vez sin cansancio las grabaciones que me envía este amigo, así como puedo pasar horas parada en un museo viendo mis obras impresionistas favoritas o puedo también pasar horas sin moverme observando "La Adoración del Cordero" en la Catedral de San Bavón. La máxima expresión de la belleza permite un deleite continuo, que no cansa. Así me veo escuchando una y otra vez la misma canción y me siento maravillada tal y como si fuera la primera vez que la escuchara sin importar cuantas veces ya la he reproducido en el computador.
Es increíble que una pieza de música pueda causar el mismo sentimiento que un cuadro de pintura. Lo que al pintor tomó horas de disciplina y talento juntos, le toma al músico. El producto, si verdaderamente bello, es el mismo: una pieza de arte que toca el espíritu en su fibra.
El arte es belleza, creación y amor juntos en la obra : la creación y el artista es el creador.
Aquel amigo que me ha enviado sus hermosas piezas de musica nunca podrá saber cómo ha tocado mi alma con su música. Por lo antes expuesto, siendo el arte creación y belleza, es vida. Y ha sido vida lo que este amigo me ha enviado a través de su música.
Estando deprimida y sin ganas de vivir por ciertas dificultades de la vida escuché estas notas y me llegaron al alma, encendieron en mi la llama que la contemplación en la belleza encienden. La vida que crean sus dedos cada vez que arracan aquella melodía de tan conocido instrumento musical, se instauró en mi corazón y borró, así sea temporalmente, la penumbra que llenaba mi corazón.
Qué más prueba que esto, que el arte es vida, por ser belleza y creación.
Agradezco a mi amigo por incitar con sus prodigiosas manos esta reflexión. Sobre todo, por incitar en mi el pensamiento que sólo el verdadero prodigio incita: el agradecimiento a estar vivo para poder contemplar tanta belleza.
Escuchando su música me di cuenta de lo afortunada que soy por poder escuchar, tal y como cuando se observa un bello día de verano y se agradece tener el sentido de la vista en perfecto funcionamiento. Como cuando se escucha por primera vez en la primavera el sonido alegre de los pájaros y se agradece poder escuchar, así mismo, al escuchar estas canciones lo primero que he sentido es un gran agradecimiento de estar viva, de formar parte de esta creación, de poder deleitarme con tanta hermosura. Una alegría de vivir que había olvidado hace algún tiempo y que sin duda es causada por aquel placer divino que es contemplar una obra producto del talento, la práctica, la disciplina y la virtud.
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